viernes, agosto 15, 2008

ANÉCDOTA CORTA DE UN ESTUDIANTE APLICADO



(Él nunca quiso contar su historia. Reconstruiré lo que en parte sé por la observación y por sus comentarios.)

Salió a vacaciones. Es una manera de decirlo, ya que son sólo vacaciones académicas, él sigue trabajando. Trabaja y estudia. Es algo normal en estos tiempos, como llamarlos… tiempos económicos. Es julio: un sol inclemente, árido, todos silban a ver si atraen la lluvia o el viento, pero nada, de repente llueve y suceden las inundaciones y los desplazamientos. A lado y lado de la ciudad se consumen las tierras. Él mira todo, lo analiza, pronto llegara agosto y los vientos? Es algo normal en estos tiempos… tiempos de calentamiento. A eso se dedica él, a mirar su ambiente mientras labora, su estudio lo olvida y por ahora es más importante el trabajo. Paso el mes de las cometas, desapercibido, en septiembre los cables de la energía y los arboles y los postes estaban despejados; ni piolas, ni palillos, ni papelillo.

Volvió de nuevo al estudio, al tumulto: todos los días para arriba y para abajo, los hijos de las fotocopias, del bus, del deme y deme… papás, de dormir, de no hacer nada por estar estudiando.

La universidad esta cubierta por las hojas secas del verano, los salones están despojados de sus almas, los estudiantes siguen las instrucciones, los profesores repiten su retahíla semestre tras semestre, como le toco a él: el profesor de cuarto volvió a darle clase al noveno y se repetía su misma presentación, sus mismos cuentos y por completo su misma clase, cambiaba solamente el nombre en el pensum. Las otras clases oscilan en la normalidad, ni siquiera una maestra atractiva, puras viejas tirándoselas de hermosas y jóvenes. Los profesores tienen catalogado a él como un estudiante que cumple sus obligaciones, atiende los horarios establecidos, pregunta lo necesario, habla lo justo y pasa los semestres con lo apropiado. Nunca se esforzó demasiado, parecía que tenia cierto recelo a la universidad, se notaba en su mirada (no lo comprendo si ahí es donde se forja el conocimiento.) Terminó sus estudios, fue otro más que se sentó en las sillas descuartizadas, caminó por los pasillos silenciosos de palabras y lleno de grafitis, se uniformó se graduó y su huella se borró.

(Lo encontré hace mucho; cambió su semblante esta más arrogante, flaco.) Ahora trabaja en lo que se profesionalizó, sigue las ordenes y se gana su sueldo, no es mucho el esfuerzo dedicado es que no le gusta. (Por fin alguien realizado).

Su familia lo adora, es tan responsable, cumple con todas las obligaciones mensuales y al final sólo le queda el sueño.

En ocasiones su única compañía son los parques inundados por pensionados, los billares Piel Roja o Boston o la vecina de la esquina; cuando esta aburrido su compañía es la esposa y su cama.

(En julio lo vi de nuevo, estaba limpiando los baños y las paredes de la universidad, creo que no me reconoció.).

Subía las escaleras con un paso elegante y sonriente, altivo y más arrogante: todo un doctor. (Lo aborde y le pregunte) iba a estudiar de nuevo lo que le llamaba de verdad en su interior, suponía (supongo también). Dejó todo atrás, a su familia, su trabajo de una millonada. Iba contento, con una mirada… como llamarla feliz.

Escrito por Juan Batero